Cerezal de Peñahorcada
El pueblo
Cerezal de Peñahorcada es en muchos aspectos el pueblo más bello de las Arribes del Duero. El monte más alto de la zona (de nombre Peñahorcada por su curiosa forma) poblado de robles centenarios sobre el que descansa, las eras, su gran abrevadero o caño de piedra, su imponente frontón de granito, la casa lavadero, la pequeña iglesia, las escuelas, sus amplios espacios, así como un mayor número de casas y cuadras tradicionales de piedra y con tejados de teja, que de momento han escapado a reformas modernas sin consonancia con la arquitectura popular tradicional de la zona, son características que lo hacen único.
El ganado tradicional de vacas y ovejas que pululan por los alrededores (¡y a veces hasta por el mismo pueblo!), los burros, las gallinas de algunos vecinos que picotean por los alrededores, las cigüeñas en lo alto del campanario y del ayuntamiento o planeando con su majestuoso vuelo por los alrededores arrojan en su conjunto una estampa bucólica única como si el tiempo no hubiera pasado.
El pequeño pueblo que llegó a tener casi 500 habitantes apenas tiene hoy en día 40 en invierno. No tiene tiendas. Tampoco restaurantes ni bares (más allá de un bar habilitado en las escuelas unas semanas en agosto). Todo ello también forma parte de su encanto y además se puede disfrutar de la experiencia de comprar pan local junto con los vecinos en la furgoneta que se acerca todos los días desde el cercano pueblo de Mieza o del supermercado en camioneta bien surtido que viene puntualmente varias veces por semana. En cualquier caso, existen numerosas tiendas, supermercados, bares y restaurantes en diferentes pueblos de los alrededores en un radio de 15 minutos en coche.